Una de las principales dificultades que enfrentan los padres de un recién nacido es lograr que concilie el sueño y permanezca dormido por periodos más o menos largos. Los bebés pueden pasar hasta dieciocho horas al día durmiendo y despertando de manera intermitente, con lapsos de entre una y tres horas en que permanecen completamente alertas. Lo anterior se debe, por un lado, a que su ciclo de sueño-vigilia –también conocido como “ritmo circadiano”– comienza a regularse cuando alcanzan los seis meses de edad; y por el otro, a que su oído es mucho más sensible que el de los adultos, por lo que es muy común que se despierten con los ruidos cotidianos, como el ladrido de un perro o una puerta que se cierra.
Por lo general, los padres se esmeran en brindarle a sus hijos un espacio tranquilo para ayudarlos a descansar mejor y a crear hábitos de sueño saludables; sin embargo, con mucha frecuencia observan que también se despiertan cuando el ambiente está en completo silencio. Lo anterior parece deberse a que, durante los meses que pasaron en el útero, los bebés se desarrollaron en un entorno ruidoso en el que escucharon de manera constante los sonidos que producía el cuerpo de su madre –por ejemplo, los latidos de su corazón, el tránsito de la sangre por sus venas o el movimiento de su sistema digestivo–; por este motivo, pueden tener algunas dificultades para adaptarse a un exterior demasiado silencioso. Para contrarrestar este problema, se suele recomendar exponer a los bebés a una cantidad moderada de ruido blanco, el cual ha demostrado ser una herramienta efectiva para ayudarlos a quedarse dormidos; no obstante, algunos expertos consideran que el ruido rosa es una mejor alternativa, pues ofrece mayores beneficios a corto y mediano plazo.
¿Cómo suena el ruido rosa y por qué es recomendable usarlo con los bebés?
El ruido rosa es, en realidad, muy similar al ruido blanco [enlace], pues ambos contienen todas las frecuencias que puede percibir el oído humano. La diferencia radica en que el ruido blanco [enlace], cuyo sonido es similar al de la estática que producen el radio o la televisión cuando no están bien sintonizados, es artificial y suele percibirse como más agudo de lo que realmente es –nuestro cerebro tiende a amplificar la parte superior del espectro sonoro–, lo cual puede alterar al bebé en lugar de relajarlo. En cambio, el ruido rosa se caracteriza por la reducción de las frecuencias agudas y el énfasis de las graves, lo que resulta en un sonido más sordo y profundo, mucho más parecido al que el recién nacido escuchó mientras estuvo en el vientre de su madre. Además, la naturaleza está llena de ruido rosa; el susurro del viento, el rompimiento de las olas en la playa o el suave rugido de la lluvia al caer son todos ejemplos de este sonido, que ha demostrado ser más adecuado para los delicados oídos de un bebé.
¿Cómo beneficia a mi bebé dormir mientras escucha ruido rosa?
El objetivo principal de exponer al bebé a un nivel controlado de ruido blanco o rosa al momento de dormir es proporcionarle un entorno sonoro que, por un lado, se asemeje al que experimentó en el vientre de su madre, y por el otro, enmascare o atenúe otros ruidos ambientales que podrían alterarlo o despertarlo. Sin embargo, varios estudios han demostrado que el ruido rosa proporciona beneficios adicionales, pues tiene la capacidad de regular las ondas cerebrales del bebé y ayudarlo a alcanzar la fase de sueño profundo, lo cual no sólo está asociado a un mejor descanso, sino también a un mayor desarrollo de la memoria.
El ruido rosa es una excelente herramienta para ayudar al bebé a conciliar el sueño y permanecer dormido por periodos más largos, y esto también repercute de manera positiva en la vida de sus padres, pues les da la oportunidad de descansar y recuperarse del agotamiento propio de los primeros meses de crianza. El ruido rosa es completamente seguro y no representa ningún riesgo para la salud del recién nacido; no obstante, si se recurre a una máquina generadora de ruido blanco o rosa, es muy importante mantenerla tan alejada de la cuna como sea posible y asegurarse de no exceder un volumen de 5 dB, pues superar los límites seguros podría dañar los oídos del bebé.
Fuentes: Sleep Foundation, The Osteoperformance Clinic